Los años sesenta aterrizaron en el ombligo del Siglo XX con sus tambores de cambio. Eran años efervescentes en todos los campos de la sociedad, y la educación en Costa Rica no escapaba de esa efervescencia. Ya en 1957, como avizorando los grandes cambios de ese nuevo ser costarricense que comenzó a criarse después de la Guerra Civil del 48, se publicó la Ley Fundamental de Educación, que a su vez creó el Consejo Superior de Educación (CSE), encargado de regir la educación pública. Unos años después, se aprobó un nuevo plan de estudios para la enseñanza media.
Y en medio de toda esa vorágine, el 1° de julio de 1963, comenzando esa década inolvidable de cambios en la educación costarricense, se fundó la Asociación de Colegios y Escuelas Particulares (ACEP), que al pasar de los años, obedeciendo a una vocación más inclusiva, pasó a llamarse Asociación de Centros Educativos Privados.
La ACEP fue fundada por un grupo de mujeres y hombres que vieron la necesidad de proteger y velar por el cumplimiento de un principio consignado inclusive en nuestra Constitución Política: la garantía de la libertad de enseñanza.
Aunque desde los años veinte del siglo pasado la educación privada tuvo un importante auge en el país, en ciertas épocas ha tenido que enfrentarse a una burocracia estatal que dista mucho de la celeridad e inmediatez propias de la iniciativa privada. Y la ACEP ha jugado un papel importantísimo en defender la educación no como una función del Estado, sino como una libertad fundamental del ser humano.
“La misión fundamental de la Asociación de Centros Educativos Privados es velar por el mejoramiento educativo al amparo de la libertad de enseñanza, acorde al artículo 79 nuestra Constitución Política y al voto número 3550 de la Sala Constitucional, que creó el marco legal bajo el cual se rige la educación privada costarricense”, afirma Michael Genis, presidente de la asociación.
Para él, ACEP debe preocuparse por facilitar las mejores condiciones para que el sector educativo privado siga como ese engranaje impulsor de conocimiento y mejora en la sociedad costarricense. “En las últimas décadas, ACEP ha logrado un marco legal que fortalece el sector. Por ejemplo, hace pocos años el Estado insistió en la obligatoriedad de la pruebas de francés en las colegios privados, esto aunque el Ministerio de Educación (MEP) no incluía esa materia en todos los colegios públicos. Nosotros defendimos que, en contraste, en la educación privada se encuentra una oferta curricular diferente que incluye otros idiomas, como el alemán, el mandarín y otros”.
De este modo, ACEP ha procurado no fosilizarse con los años, no caer en el confort de las organizaciones que han visto pasar medio siglo y han extraviado el instinto de la innovación. Precisamente, uno de los retos que se ha planteado es incentivar en sus asociados el mejoramiento continuo de la educación, la búsqueda de la excelencia y el crecimiento integral de los alumnos.
¿Cómo lo hacemos? En este artículo nuestros asociados contarán sus experiencias en algunas de las actividades y servicios que ACEP ha venido impulsando.
Congresos y capacitaciones
La retroalimentación constante, la actualización de conocimientos y el intercambio de experiencias con otras escuelas y colegios son muy importantes para cualquier institución educativa. Para Maricruz Solís, directora del Colegio Bilingüe de San Ramón, la asociación ha sido fundamental para mantener su centro de enseñanza al día con los temas más relevantes en el quehacer educativo.
“La ACEP ha sido de gran ayuda. Me gustan mucho las invitaciones a estos foros porque dan temas interesantes. Además, siempre tienen especialistas en esos temas que dan una amplia explicación, pero que también nos permiten externar nuestras preguntas y poner ejemplos reales sobre lo que nos pasa en los centros educativos. Así que vos tenés la respuesta inmediata a tus dudas”, recalca la directora.
Una de las experiencias más enriquecedoras para nuestros asociados en cada congreso y capacitación programados por ACEP, es conocer y aprender de las vivencias de otros centros educativos. Ese es uno de los aspectos que más valora Solís. “La discusión es muy importante. Nosotros podemos aprender de lo que están pasando otras escuelas. También la parte del convivio. Para nosotros es muy importante saber lo que se está haciendo en la Meseta Central. A través de estas charlas y otros eventos, como festivales deportivos, he recibido invitaciones de otros centros educativos para visitarlos, pero también hemos recibido visitas de otras escuelas y colegios”.
Solís recalca que, al estar retirados del centro de la Gran Área Metropolitana (GAM), es muy positivo que ACEP abra esos espacios de interacción entre centros educativos. Y relata con entusiasmo situaciones especiales que ha vivido al respecto, como el avanzado laboratorio de idiomas con el que cuentan desde hace cinco años, cuyo modelo ha sido adoptado por otras escuelas. Pero ellos también han adoptado metodologías y proyectos de otros centros, lo que ha enriquecido su oferta curricular.
Las experiencias colectivas como estas brindan apoyo, refuerzan el sentido de pertenencia y promueven la cooperación para lograr objetivos. También brindan pautas para lograr el desarrollo integral de los alumnos, siendo este uno de los objetivos primordiales de cada uno de nuestros asociados. Y el arte, visto como una actividad grupal que estrecha lazos entre los individuos, es una disciplina que también puede aportar mucho a ese desarrollo integral.