Lic. Giulianna Brenes S. – Psicóloga -gbrenes2001@gmail.com
Es importante valorar si hay una presencia prolongada de signos, por ejemplo: ansiedad, exceso de llanto, pesadillas, miedo a quedarse solo (a), pérdida de interés en actividades que les gustaba, dolencias físicas, etc. Es necesario acudir a un profesional en psicología para ayudarle a elaborar el proceso de duelo.
A lo largo de la vida las personas afrontan procesos de duelo, entendido este como una “reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto, o evento significativo” (Torres, Elorza y otros, 1997: 410). Por lo tanto los niños (as) y adolescentes no son exentos a vivir un proceso como tal en pérdidas como una separación de los padres, cambio de escuela o colegio, enfermedades en ellos mismos o en algún familiar, cambio de residencia o de país, procesos evolutivos (pasar de la infancia a la adolescencia y su cambios corporales, cognitivos, por ejemplo), la pérdida de una mascota, o el fallecimiento de un ser querido, siendo éste último al que se hará referencia.
¿Cómo entienden los (as) niños (as) la muerte?
El entendimiento de la muerte va a depender de la edad, experiencias previas, de las circunstancias familiares.
- Los (as) niños (as) menores de 5 años de edad piensan que la muerte es reversible y no es permanente. Comprenden que algo ocurrió y pueden percibir las emociones de los familiares, pero aún no alcanzan cubrir el concepto de la muerte como tal, por lo tanto en estas edades estarán preguntando con frecuencia ¿Dónde está? ¿Tiene frío? ¿Quién les dará de comer? entre otras interrogantes por lo que es recomendable explicarles cada vez que las hagan, para que logren comprender que la persona falleció. Dentro de esta etapa pueden creer que fueron responsables del hecho o incluso que la muerte puede ser contagiosa, por lo que reaccionan con culpa, miedo, o con ansiedad.
- Entre la edad de 6 años a 9 años de edad, los niños (as) conocen que la muerte es permanente por lo que les puede preocupar el fallecimiento de sus padres o seres queridos. Sin embargo, no conciben la muerte como un evento que les puede ocurrir a ellos. Suelen reaccionar con ansiedad de separación, enojo, tristeza, se muestran más irritables y pueden tener conductas regresivas, es decir, hablar como un niño más pequeño, pueden orinarse en la cama, piden si pueden dormir con su padre o madre.
- A partir de los 10 años de edad, ya comprenden que la muerte es universal y que puede ocurrir a cualquier ser viviente. En esta etapa es importante recordar que si se encuentran en la adolescencia por lo general van a evitar hablar del tema pudiendo reaccionar con negación, tristeza o con ira, llevándole a tener conductas de riesgo (es decir que pongan en peligro su vida como ingesta de drogas, peleas, entre otras).
¿Cómo ayudar a niños (as) y adolescentes en el proceso de duelo?
- La muerte de alguien cercano a la familia conlleva un sin número de cambios en la dinámica familiar. Se hace necesario en este sentido, entender que los adultos también están pasando por dicho proceso, por lo que es preciso identificarlo y hacer partícipes a los niños (as) y adolescentes ya que muchas veces por protegerlos se les aparta de dicha situación impidiéndoles expresar sus miedos, temores, y tristeza. Además les va a impedir saber que es posible enfrentarse a las dificultades que son dolorosas.
- Es necesario hablarles con la verdad, darles una explicación sencilla, y evitar comentarios como “lo perdimos”, “ya no está”, “se durmió para siempre”, ya que los niños (as) pueden confundirse y preocuparse. Podría no querer ir a dormir pensando que le ocurrirá lo mismo.
- Permitirles expresar sus sentimientos. Importante recordar que los niños (as) no lo van hacer igual que los adultos; no hay que pretender que se sienten hablar como lo haría un adulto, la manera en que lo expresen es mediante el comportamiento, y el juego, por el cual van a recrear su experiencia de dicho proceso. Además es necesario no exigirles a hablar o a llorar sino lo desean.
- Necesitan de alguien en quien puedan confiar, alguien que les escuche y pueda responder a sus inquietudes, una persona que no le reprima sus sentimientos, por ejemplo si quiere llorar que lo haga, no decirle “los valientes no lloran” ya que no se permitiría una elaboración del duelo adecuada.
- En el caso de los adolescentes es necesario recordar que siguen siendo adolescentes para que no se les asignen funciones de la persona que falleció por ejemplo cumpliendo el papel de madre o padre. Además es importante que tengan claro que pueden expresar sus sentimientos y no “hacerse los fuertes para ser un apoyo para el resto de la familia”.
- El tema de la muerte es un tema difícil y muchas veces los adultos no sienten que puedan explicarle a los niños (as) y adolescentes dicho tema, por lo que se puede tomar en cuenta acudir con especialistas o informarse del tema, para de esta forma los mayores sean de gran apoyo para los pequeños y jóvenes, pero siempre es importante que sea alguien cercano a ellos (as) que les explique dicho proceso ya que así proporcionará un ambiente de confianza entre ellos (as).
- Recordar que el duelo es una habilidad aprendida, por lo tanto es bueno que los niños (as) vean como sus padres también se encuentran tristes por el suceso ocurrido. Los niños (as) y adolescentes aprenden a elaborar el proceso de duelo mediante el afrontamiento de la pérdida y se basan en cómo los adultos lo estén enfrentando.
El papel de la escuela y colegio en el proceso del duelo
El centro educativo juega un papel importante en dicho proceso pues viene a ser parte de la red de apoyo con la que cuenta la familia debido a que se considera el segundo hogar del alumno (a) en donde pasa la mayor parte del tiempo, es por esta razón que es necesario que los padres de familia informen a la escuela o colegio el proceso por el cual se está pasando, y que pidan el apoyo a los (as) profesores (as) al estar pendientes de cualquier cambio en el comportamiento de los estudiantes; que sea un lugar donde puedan expresar sus sentimientos sin obligarlos e ir elaborando el proceso de duelo. En estos momentos se sabe que para el estudiante no va a ser fácil concentrarse en la parte académica pero es importante que asista al centro educativo. Esto es una manera de continuar la rutina, estar activo (a) y mantener contacto con grupos de pares (de la misma edad). Ellos (as) sienten el apoyo que les brinda el centro educativo al afrontar la pérdida. Con respecto de la posible baja del rendimiento académico es bueno tener paciencia e irlo manejando con el tiempo con psicopedagogo, y los mismos profesores (as).