Melissa Varela Molina
Publicomer
En la elección y búsqueda de una carrera, siempre se toma en consideración que la universidad que la imparta tenga los elementos necesarios que acreditan ese proceso de estudio como uno de calidad y que, a mediano plazo, le brinde al estudiante un plus a la hora de buscar empleo.
Pero, ¿qué elementos garantizan la calidad de no solamente la carrera que se estudia en determinado centro universitario, sino también del programa y de la misma institución? La ley N° 8256 crea el Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (SINAES) como institución encargada de proveer la acreditación a los centros de educación, sus carreras, y sus respectivos programas. Uno de los beneficios que se obtienen de estudiar una carrera acreditada por SINAES es la preferencia de las instituciones estatales, y del propio Estado, en la escogencia de profesionales en las que sus carreras están acreditadas.
Retomando, “ (…) la acreditación tendrá como propósito identificar, con carácter oficial, las carreras y los programas universitarios que cumplan los requisitos de calidad que establezca el SINAES, para mejorar con ello la calidad de los programas y las carreras ofrecidas por las instituciones universitarias públicas y privadas, y garantizar públicamente la calidad de estos.” (Ley del Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (SINAES), ley 8256, artículo 2).
El hecho de que las carreras que estén acreditadas por SINAES puedan ser tanto de universidades públicas y privadas beneficia a los estudiantes, debido que les amplía su espectro de escogencia, tanto de la carrera como de la institución a la cual acudir.
Sin embargo, el reto no concluye con obtener la acreditación a través de un proceso arduo que evalúa los cursos que se imparten, el personal docente, y la opinión del estudiantado como receptor de la educación es de gran peso a la hora de que los pares realicen su evaluación, y posterior envío al SINAES para la decisión final. Cada proceso culmina con una lista de recomendaciones que se conviertan en elementos a seguir para poder mantener la acreditación en los años siguientes.
Por lo tanto, el reto no culmina con la acreditación, sino que continúa en mejorar cada vez los elementos constitutivos del proceso de enseñanza de esa carrera. Los beneficios no sólo los percibirá la institución, el personal docente o los estudiantes, sino que se extiende a la sociedad en su conjunto al asegurarse la entrada de profesionales con estándares de calidad y con una educación de calidad, lo que se traducirá en un buen desempeño en cada uno de sus empleo en beneficio final de la sociedad y del país. Persiste el compromiso del profesional de poner en práctica tanto lo aprendido, como sus mejores esfuerzos para desempeñar de la mejor manera su empleo.