El bullying es un fenómeno que ha crecido significativamente en los últimos años. Es por eso que, el Ministerio de Educación Pública (MEP) elaboró un “Protocolo de Actuación en Situaciones de Bullying” para establecer la ruta de la detección y abordaje de esta problemática.
Sin embargo, la detección de estas prácticas en adolescentes sigue siendo muy complicada debido a las dinámicas propias de estos grupos de estudiantes: los temores, el rechazo, la falta de comunicación con los padres y la “normalización” de estas situaciones de violencia, interfieren en el diagnóstico .
¿Cómo detectar el bullying en adolescentes?
Aunque no se trata de una receta, conocer los perfiles de los agresores y de las víctimas es un paso importante para detectar estos comportamientos en estudiantes e hijos.
Perfil del agresor:
- Goza de popularidad y apoyo
- Carece del sentimiento de culpabilidad
- No se rige por normas de conducta claras y evade el control de la familia
- Es de temperamento impulsivo y hasta agresivo
- No reconoce la autoridad y tiende a transgredir las reglas
- Muestra poco interés por los estudios y posee baja autoestima académica
- Es posible que haya sido testigo de algún tipo de violencia en el ámbito familiar, educativo o comunal
- No tiene amigos sino seguidores que lo respetan o le tienen miedo
Perfil de la víctima:
- Suele a poseer características que lo diferencian de la mayoría y se convierten en el motivo de agresión
- No goza de popularidad y suele ser rechazado entre sus compañeros
- El miedo es una de las características de su personalidad
- Posee un temperamento débil, es tímido, inseguro y con baja autoestima
- Es propenso al fracaso escolar y a la depresión
- Experimenta sentimientos de culpabilidad
- Puede que su familia lo sobre proteja y por eso carece de habilidades para enfrentarse al mundo
- Entre las características por las que puede ser agredido se encuentran: color de piel, nacionalidad, intereses particulares, discapacidad o situaciones de salud, identidad de género y rendimiento académico
En caso de detectar vulnerabilidad a ser víctima o agresor en el ámbito escolar, resulta clave intervenir de forma inmediata, garantizar la seguridad, confidencialidad y respeto a los derechos de las partes involucradas, informar a los corresponsables de las consecuencias y tomar medidas inmediatas.