Dr. Roberto Rodríguez B.
Especialista en Psicología Educativa
International Christian School, ICS.
Enfoque integral. Cualquier esfuerzo preventivo que se haga, debe basarse en un enfoque integral, porque debe capacitar no solo sobre el “bullying”, sino también sobre otras manifestaciones de violencia; nada se gana queriendo reducir el “bullying”, si no se contiene la violencia que sufren los niños y las niñas en sus hogares, por ejemplo. Si bien el “bullying” es un problema en sí mismo, creo que es el resultado de algo más, sobre lo que debemos actuar.
El centro educativo. La prevención se debe conducir en los centros educativos y desde los centros educativos. ¿Y, por qué? Muy sencillo: prevenir es educar y la mayoría de las acciones de educación formal, en las comunidades, ocurren en las escuelas y colegios de nuestro país.
Un problema de todos. La violencia en los centros educativos es un problema de todos; no solo de la escuela o el colegio, ni solo de los docentes y sus alumnos. Por lo mismo, se debe dar un papel fundamental a cada uno de los actores: gobierno local, empresas locales, centros educativos, madres y padres de familia, estudiantes y docentes.
Un enfoque interdisciplinario. Es requerido por la complejidad y la multi-causalidad de los eventos de violencia y “bullying” que ocurren en los centros educativos.
Contenido: ¿Qué se debe enseñar? ¿Y a quiénes? Cualquier esfuerzo que se haga, no sólo debe enfatizar el tema de la prevención de la violencia, sino que también debe aportar herramientas útiles a los distintos actores, sobre cómo manejar y cómo actuar en caso de que ocurran actos de violencia en el centro educativo. En el tema de prevención de la violencia, se deben tratar temas tales como factores protectores y factores de riesgo de un evento de violencia.
¿Qué es el “bullying”? Debemos ponernos de acuerdo sobre qué es “bullying” y qué conductas lo reflejan. Yo lo defino como: “cuando los mismos hacen lo mismo, al mismo”. Es decir, cuando el mismo compañero o compañeros (“bullies” o agresor), repetidamente están diciendo ofensas o agrediendo físicamente (conducta verbal o física) al mismo compañero o pequeño grupo (víctima). El factor de repetición de conducta agresiva, de una manera unidireccional (del mismo agresor hacia la misma víctima), es fundamental para definir un acto como “bullying”.
La técnica de manejo más eficiente. Como elemento de intervención, el docente, debe utilizar la técnica del Grupo Testigo Silencioso (GTS), la cual consiste en empoderar al grupo “de en medio”, a ese grupo de compañeros que observan lo que hace el agresor a la víctima, pero se mantiene en silencio. Esta es la técnica más eficiente, conocida hasta ahora, porque cuando ese grupo toma valor y dice a su maestro frente a toda la clase, lo que está pasando y las agresiones que ocurren, el agresor pierde fuerza porque pierde el reforzamiento social (recuerden que el “bullying” es una conducta social) del que se nutre su matonismo y así, su conducta agresora tiende a extinguirse. El “bullying” es una conducta aprendida en un medio social (hogar, barrio, escuela), y como tal puede ser sustituida por otra conducta, más apropiada, pero esa modificación de conducta debe ocurrir en un medio social: la escuela o el colegio.
Enviar a la víctima a defenderse o darle la palmadita en el hombro, con el comentario de que “…no haga caso…no es nada”, no son buenas alternativas porque necesita ser escuchada. Con respecto al agresor, el revisar con quién se está juntando; con quién “chatea”; qué sitios visita en Internet”; quiénes son sus amigos en las redes sociales, así como brindarle ayuda, son opciones deseables.
Para la prevención del “bullying” o matonismo, los docentes deben capacitarse en el manejo de la disciplina en el aula porque muchos de los actos de matonismo se originan en el aula y continúan en los corredores; y en cómo enseñar destrezas sociales a sus estudiantes: control del enojo, comunicación asertiva y la solución de conflictos; tres habilidades sociales de gran importancia para prevenir el “bullying”.