José Miguel Molina
La Hora del Planeta, Costa Rica
Arribamos al siglo XXI llenos de esperanzas y con grandes consignas de cambio, como si ese cruce entre milenios nos iba a permitir de alguna manera superar las grandes crisis ambientales que atravesábamos como sociedad y que afectan, de manera dramática, la calidad y la cantidad de los servicios ecosistémicos que nos permiten vivir y desarrollarnos, pero sobre todo la estabilidad del planeta por el cambio climático.
Con esa misma mirada damos un vistazo a la realidad ambiental y un ejercicio de reflexión es necesario para seguir caminando hacia una sociedad sostenible.
Un año equivale a 8,766 horas, durante esa cantidad de tiempo, las personas convivimos, interactuamos, trabajamos, producimos, dormimos y consumimos, todo esto sin percatarnos que el planeta no tiene ni un minuto de descanso, sin darnos cuenta que cada acción nuestra tiene repercusiones globales en un sistema natural, interconectado, sistémico y complejo.
De los 7,000 millones de personas que habitan en la Tierra, aproximadamente, 2,500 millones tienen acceso nulo o no confiable a la electricidad y 2,800 millones viven en zonas con un elevado nivel de estrés hídrico y aún así, el consumo energético sigue aumentando en una sociedad que se desarrolla con una gran desigualdad económica y social, y sin mucha consideración hacia lo ambiental.
Para muchos, la existencia de una gran riqueza natural, de ecosistemas, tanto marinos como terrestres y de agua dulce; así como importantes y pioneros esfuerzos de conservación de la biodiversidad, convertirían a Costa Rica en un país modelo de desarrollo sostenible. Sin embargo, si se toma en cuenta el comportamiento de la huella ecológica y los indicadores ambientales durante la última década, es evidente que sus recursos y servicios ecosistémicos están sometidos a un uso insostenible.
De acuerdo con el último informe del Estado de La Nación, en 10 años ha aumentado su deuda ecológica del 3% en el 2002 al 11% en el 2012. Esto quiere decir que cada habitante consumió un 11% más de la biocapacidad del territorio nacional.
De toda la energía que consume el país, el 70% proviene de hidrocarburos, consumida principalmente por el sector transporte; el 30% restante corresponde a electricidad, la cual es generada en un 93% por fuentes renovables.
Nuestro reto como país es implementar acciones que nos permitan alcanzar cifras que reflejen un desarrollo sostenible real, pero este esfuerzo requiere sinergia de acciones individuales, empresariales y estatales, que logren una mejora integral en el país.
Es necesaria una sociedad más informada, consciente, comprometida y empoderada, que sea parte de la solución y no del problema ambiental. Con esta idea nace “La Hora del Planeta” (Earth Hour), que a lo largo de 7 años se ha convertido en la iniciativa de mayor movilización pro ambiente en el mundo, retando a personas, familias, instituciones, empresas y países a participar de un apagón simbólico que se convierta en un espacio para tomar conciencia y generar acciones concretas frente al fenómeno del cambio climático.
Por una hora personas, familias, instituciones, empresas y países en general apagan sus luces y encienden un espacio para reflexionar sobre la huella que generamos en el planeta y trazar acciones ejecutables para mitigarla.
Dedicar 60 minutos a oscuras o sin auto cada 8,766 horas parece un esfuerzo mínimo, sin embargo, “La Hora del Planeta” ha evidenciado que su impacto va más allá de este lapso y sido ampliada con iniciativas colectivas que están generando cambios relevantes alrededor del mundo.
Este 29 de marzo, al ser las 8:30 de la noche, Costa Rica y sus habitantes tuvieron la oportunidad de desconectar sus luces y motores para encender la esperanza de que es posible, a partir de acciones individuales, empresariales y estatales, reafirmar que podemos ser un país modelo de desarrollo sostenible, con una real aspiración de ser carbono neutral y con un camino más claro y concreto de mitigación del Cambio Climático.