Educación para la vida, ¿de qué se trata?

Melissa Varela

La educación para la vida ha sido vista como uno de los retos más importantes a integrar en la educación de los niños, niñas, y jóvenes. Para Gustavo Torroella González-Mora, del Instituto para la Acción (IPLAC), ubicado en La Habana, Cuba;  esta instrucción se basa en tres postulados, los cuales se complementan con la práctica transformadora de la educación:

1. “Que la vida humana es la más importante a enseñar y aprender.

2. Que la riqueza mayor de un individuo y de un país son sus potencialidades humanas y más todavía cuando cooperan.

3. Que, consecuentemente, la tarea individual y social más importante es el desarrollo y utilización de las potencialidades humanas para una vida más plena y de mejor calidad.”

El autor define que las enseñanzas fundamentales para la vida están divididas en un conjunto de aprendizajes básicos, los cuales se relacionan y forman un  sistema. Estos grupos se componen por: 1) aprender a vivir consigo mismo; 2) aprender a convivir y comunicarse con los otros; y 3) aprender a afrontar la vida: a pensar, valorar, crear.

El aprendizaje básico consiste en garantizar y colaborar en el alcance del desarrollo humano; por eso, “[…] los aprendizajes básicos no deben ser concebidos como una colección o sumatoria de aprendizajes diferentes unos de otros, sino que constituyen realmente un sistema que integra, en definitiva, en un único aprendizaje total que es aprender a vivir.”  La educación para la vida debe contener los aspectos o elementos fundamentales de la vida; en primer lugar, el desarrollo ontogenético de la edad y el género, esto implica proveer una educación de acuerdo con el sexo y la edad de la persona, no se puede aplicar una receta básica para todos, es necesario tomar en cuenta las características que definen a esa persona. En segundo lugar, la dimensión histórica social en la que vive, es decir, además del sexo y la edad, se debe tener en cuenta el contexto socio histórico en el cual vive y se desarrolla.

La educación para la vida, según este autor, no se queda únicamente en la persona, sino que se transfiere y se dispersa hacia otras personas en la sociedad, y a la humanidad. En conclusión, esta educación proporcionará los elementos esenciales para una vida de mayor calidad, esta es “una vida ética, buena, digna, excelente, y fuente de todos los valores superiores.”

La educación para la vida ha sido vista como uno de los retos más importantes a integrar en la educación de los niños, niñas, y jóvenes. Para Gustavo Torroella González-Mora, del Instituto para la Acción (IPLAC), ubicado en La Habana, Cuba;  esta instrucción se basa en tres postulados, los cuales se complementan con la práctica transformadora de la educación:
  1. “Que la vida humana es la más importante a enseñar y aprender.
  2. Que la riqueza mayor de un individuo y de un país son sus potencialidades humanas y más todavía cuando cooperan.
  3. Que, consecuentemente, la tarea individual y social más importante es el desarrollo y utilización de las potencialidades humanas para una vida más plena y de mejor calidad.”
El autor define que las enseñanzas fundamentales para la vida están divididas en un conjunto de aprendizajes básicos, los cuales se relacionan y forman un  sistema. Estos grupos se componen por: 1) aprender a vivir consigo mismo; 2) aprender a convivir y comunicarse con los otros; y 3) aprender a afrontar la vida: a pensar, valorar, crear.
El aprendizaje básico consiste en garantizar y colaborar en el alcance del desarrollo humano; por eso, “[…] los aprendizajes básicos no deben ser concebidos como una colección o sumatoria de aprendizajes diferentes unos de otros, sino que constituyen realmente un sistema que integra, en definitiva, en un único aprendizaje total que es aprender a vivir.”  La educación para la vida debe contener los aspectos o elementos fundamentales de la vida; en primer lugar, el desarrollo ontogenético de la edad y el género, esto implica proveer una educación de acuerdo con el sexo y la edad de la persona, no se puede aplicar una receta básica para todos, es necesario tomar en cuenta las características que definen a esa persona. En segundo lugar, la dimensión histórica social en la que vive, es decir, además del sexo y la edad, se debe tener en cuenta el contexto socio histórico en el cual vive y se desarrolla.
La educación para la vida, según este autor, no se queda únicamente en la persona, sino que se transfiere y se dispersa hacia otras personas en la sociedad, y a la humanidad. En conclusión, esta educación proporcionará los elementos esenciales para una vida de mayor calidad, esta es “una vida ética, buena, digna, excelente, y fuente de todos los valores superiores.”

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