María Ester Flores Sandoval
Entendiendo la sexualidad en la familia: Hay que entender la sexualidad como una de las formas más auténticas de comunicación humana: no se puede huir de ella, mucho menos ocultarla.
Implica poner en marcha todos los sentidos, la energía sexual que permite comunicación con nuestra vida interna, desde los miedos, angustias y fantasías creados por la cultura, la familia y la mala educación, hasta la construcción de las más hermosas fantasías donde elevar el espíritu a través del placer físico y del alma. Por eso la sexualidad va más allá de las palabras o la información que puedan dar los libros y la anatomía. Entender esta condición humana es escuchar lo que nos dice la naturaleza sobre nuestros cambios, sensaciones y emociones para luego tener una actitud responsable frente a lo que debemos hacer con dichos sentimientos.
Ser sexuado es ser sujeto de amor capaz de tener paz interior y plenitud con esa energía natural y maravillosa que nos ha regalado Dios para perpetuar la especie, disfrutar y para sanar.
Si esta vida interna es íntegra, completa y sana, es el momento en que se abren las puertas para empezar a contactar con otro ser humano que desea compartir la maravilla de la sexualidad en todas sus dimensiones. Es decir, que lo primero es ser feliz con la sexualidad personal para luego expandirla a los seres amados.
Para las familias no es tan sencillo responder positivamente a nuestras manifestaciones sexuales y a la de los demás miembros del grupo, especialmente si son niños y niñas, por la gran cantidad de mitos, tabúes o represiones presentes de generación en generación y la sociedad a la hora de formar a los pequeños para que éstos luego puedan funcionar como adultos responsables y satisfechos con su sexualidad.
Es casi una norma que entre más libre se comporten las personas en su infancia, más censurado es el proceso, dejando secuelas irreparables.
Como resultado de esta deformación educativa, tenemos una sociedad violenta en las relaciones intrafamiliares. Depresión, baja auto estima, angustia permanente a la hora de intimar en pareja, y múltiples síntomas que impiden disfrutar y tener una salud completa.
Más dramática es la realidad del incesto, y de todas las formas de abuso y explotación sexual infantil, pandemia difícil de detener si no se toman medidas serias y seguras. Es necesario por eso cambiar de mentalidad, dejar de culpar, evadir, e ignorar las inquietudes de quienes desean aprender.
La familia como primera institución educativa, debe proponer mejores formas de comunicación y crear espacios para sus hijos. Abrir el diálogo, inventar técnicas lúdicas y sin prejuicios, en una ambiente libre, sencillo y amoroso, para crear generaciones más sanas.
Sobre la importancia de los sentimientos sexuales en la familia: Aunque pocas personas quieran reconocerlo, existen en cualquier familia, corrientes sexuales constantes.
Por desgracia, suele haber una distancia considerable entre lo que la gente piensa acerca del sexo y lo que siente. Cuando los padres son incapaces de discernir cuáles son sus verdaderos sentimientos, los hijos quedan atrapados en el conflicto y después deben arreglárselas solos.
Estos problemas, sin embargo, muy a menudo están relacionados con las actitudes sexuales que vivieron en su casa. La gente que fue criada sintiéndose culpable y avergonzada en su sexualidad no tiene, por ende, sentimientos positivos acerca de sí misma y tampoco en otros aspectos se relaciona fácilmente con los demás.
Muchos creen que el sexo es un aspecto aislado de la vida, no muy importante antes de la pubertad. Sin embargo, esta presente en cosas de lo cotidiano como el modo en que los adultos alzan a sus hijos, responden a su autoexploración o contestan a sus preguntas.
Esto invariablemente incide sobre lo que los hijos sienten acerca de sus impulsos naturales, y en última instancia, sobre cuánta confianza tendrán en sí mismos cuando crezcan, no sólo como amantes, sino como personas integradas con el afecto, sentimientos hacia los demás, amistad, amor, diversión y el modo de alcanzar sueños.
Para criar hijas e hijos sanos y adaptados: Sus progenitores deben ser conscientes del rol de la sexualidad familiar en el desarrollo de la persona y de los mensajes que ellos mismos transmiten sobre el sexo.
Se espera que los hijos e hijas de hoy en día no repitan los patrones de culpa y represión, ni tampoco se vayan al lado del libertinaje y promiscuidad indiscrimida, sino encontrar su debido equilibrio. Y eso se logra con una actitud adulta fluida, sencilla, normal, acorde a la edad, sin dejar culpa en los hijos. Aclarando en su momento todas las inquietudes sobre el tema.
La claridad respecto del sexo que existe en hogares de padres expresivos crea un clima cálido, más espontáneo, y evita las fricciones y resentimientos que tanto abundan en hogares de padres que reprimen, o evitan.
Al final, el amor, la naturalidad y el ejemplo serán siempre las mejores herramientas para una buena educación sexual.