Licda. María Pía Rivera Schmidt – Psicóloga
IntegraVita. Centro Integral de Apoyo Individual y Familiar
Los padres y las madres de familia tienden a ser los principales benefactores en el proceso educativo de sus hijos e hijas, por lo tanto, se ven estrechamente involucrados en el transcurso de este, en el cual, su papel se va transformando de acuerdo a la etapa escolar en la que se encuentren los menores.
En el proceso de desarrollo de los niños y niñas, sus destrezas y capacidades se modifican a medida que, de manera paralela, las exigencias académicas aumentan. Es por esto que el rol de los padres y madres conlleva prioritariamente, el acompañamiento y el desarrollo de la independencia de los pequeños, permitiéndoles avanzar como seres responsables y seguros de lo que piensan, sienten y proyectan en la vida.
De esta manera, durante la etapa preescolar, el rol de los padres y madres radica en el establecimiento de estructuras y hábitos de independencia en la vida de sus hijos e hijas, ya que por primera vez los niños y niñas se enfrentan a la necesidad de actuar de manera autónoma, sin la intervención inmediata de papá o mamá.
Ante esto, resulta importante, explicarles qué es lo que se espera de ellos y ellas y delimitarles cuáles son sus responsabilidades según el nivel del preescolar en el que se encuentren: desde realizar la tarea el día que les corresponda, prepararse para alguna exposición o repasar la materia vista en clase para interiorizar contenidos y afianzar destrezas como algo natural y divertido.
Una vez que los niños y niñas se convierten en estudiantes de educación primaria, el rol de los padres y madres continúa cambiando en busca de satisfacer las necesidades de los escolares. Durante el primer ciclo de la educación primaria, los padres y madres poseen un papel mucho más activo en el aprendizaje de los estudiantes, ya que deben enseñarles a responsabilizarse por sus estudios y la manera de hacerlo. Pueden realizar un horario de estudio con los niños y niñas y enseñarles a utilizarlo para inculcar el hábito y el placer por aprender. De la misma manera, deben brindarles distintas estrategias para estudiar y repasar las distintas materias. Han de entender que las técnicas de estudio deben variar de acuerdo a cada materia, o a sus contenidos, además deben considerar que lo que les funcionó a ellos o a sus hijos o hijas mayores, no necesariamente va a tener un resultado positivo con los menores, por lo que deben buscar y permitirse experimentar las estrategias que mejor se adapten a las necesidades individuales de estos niños y niñas.
A lo largo del segundo ciclo de la educación primaria, se espera que la estructura, los hábitos de independencia y la adquisición de responsabilidades se encuentren consolidados para permitir a los padres y madres modificar su rol. Es en este momento que el involucramiento activo que se presentaba en la etapa anterior, se sustituye por acompañamiento y apoyo hacia los estudiantes. Los niveles de independencia y responsabilidad de los niños y niñas permiten que estos incrementen su nivel de responsabilidad en la concreción de sus tareas, proyectos y períodos de estudio, teniendo claro que cuentan con apoyo de sus padres y madres en caso necesario.
Finalmente, durante la etapa secundaria, se espera que los jóvenes terminen de asumir por completo la responsabilidad de su proceso académico, de sus acciones y decisiones. A pesar de esto, los padres y madres deben seguir involucrándose en el proceso educativo, brindando motivación a sus hijos e hijas, asegurándose que su estado socioemocional es satisfactorio, monitoreando su interacción con el medio y guiando sus inquietudes de manera asertiva.
Resulta importante resaltar que, a pesar de que es la institución educativa la que se encarga de dirigir los aspectos académicos en los y las estudiantes, es la familia la mayor responsable de formar personas íntegras que brinden aportes positivos a la sociedad, encargándose de fomentar en los niños y niñas los valores y conductas que desarrollarán a lo largo de su vida. Es por esto que el acompañamiento, la comunicación y el cariño demostrado por la familia a lo largo del proceso educativo, permitirá el desarrollo de personas seguras de sí mismas, conscientes de que sus decisiones y acciones serán determinantes para forjar un futuro mejor.