Entrevista: Francesc Pedró, director Política Educativa de la UNESCO: “La tecnología digital está llamada a revolucionar la forma en que educamos.”
Los alumnos se mandan mensajes de texto entre ellos, es común que las clases sean interrumpidas por el sonido de un videojuego y quizá mienta el estudiante que diga que no se ha visto tentado a utilizar el teléfono celular durante un examen.
Hay quienes se refieren a los dispositivos tecnológicos como las nuevas “prótesis” humanas, sin embargo, para algunos expertos en pedagogía su presencia es una oportunidad para la educación: se trata de aprovecharla y no condenarla.
Actualidad Educativa habló con Francesc Pedró, director de Política Educativa de la La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), sobre los retos con respecto a la inclusión de la tecnología en las aulas y sobre la importancia de alcanzar un sistema de educación más equitativo.
“A diferencia de otras tecnologías -televisión, cine, radio, videos- que eran más vinculadas al entretenimiento, ahora hablamos de tecnologías que forman parte de la vida cotidiana de las personas y por eso creo que el potencial de la tecnología digital está llamada a revolucionar la forma en que educamos”, manifestó Pedró.
¿Cuál es su apreciación de la educación en América Latina y Costa Rica?
Yo creo que lo que caracteriza esta región en comparación con otras es el boom en el acceso de la educación. Pero hay pendientes dos grandes retos: en primer lugar, haber conseguido que más niños y niñas estén en las aulas no significa que se puede garantizar que están aprendiendo; en segundo lugar, tenemos un problema de equidad; la calidad de la educación es mucho mayor en aquellos sectores de la población que tienen ingresos medios y altos. En el caso de Costa Rica, aún está a la vanguardia en América Central pero sigue manifestando la necesidad de mejorar la calidad, la eficiencia y de avanzar mucho en el tema de la equidad.
En la investigación “La tecnología y la transformación de la educación”, usted menciona que: “Sin una reforma integral será difícil masificar la educación secundaria de manera sostenible y con sentido para los jóvenes.” ¿En qué consiste esa reforma integral y el papel que la tecnología puede tener en ella?
Uno de los problemas que tenemos en toda la región de América Latina son las enormes tasas de abandono. Muchos jóvenes no terminan de encontrar en la escuela una salida a sus necesidades ni tampoco respuestas a las interrogantes que surgen en la adolescencia. Está claro que el sistema escolar que tenemos no sirve si lo que queremos es un sistema que ofrezca oportunidades a todos los jóvenes sin excepción. Necesitamos repensar, no solo los contenidos de la enseñanza, sino la forma en que esos contenidos van a ser aprendidos. La tecnología en el aula habla con mucha más facilidad a jóvenes que, para bien o para mal, no pueden vivir desconectados y hace que trabajen de una forma mucho más activa y se hagan protagonistas de lo que pasa dentro y fuera del aula.
Hay profesores que amenazan a los estudiantes con sanciones si no guardan sus dispositivos tecnológicos, ¿cuál puede ser otra forma de interacción entre profesor y alumno con respecto a los aparatos tecnológicos?
Para que la tecnología tenga un uso relevante en el aula necesitamos que los docentes tengan las capacidades adecuadas que ya no consisten solo en encender un ordenador o usar internet, sino conocer de qué forma se le puede sacar partido pedagógico a la tecnología que está en el bolsillo de muchos alumnos. Para algunas actividades en las escuelas debemos prescindir de las tecnologías y no estar pendientes de los whatsapp´s, y al mismo tiempo saber que es una ventana de oportunidad que los docentes debidamente formados pueden aprovechar.
Entre mayor cobertura se necesita mayor infraestructura y gran cantidad de docentes, ¿cómo lograr una mejor cobertura sin que se excluya la calidad?
Entiendo que ese dilema que usted plantea esté en la mente de muchas personas, incluso en los políticos, entre calidad y cantidad, como una especie de paradoja irresoluble; pero el acceso a la educación es un derecho universal y no puede existir una dicotomía entre una cosa y la otra. La obligación de todos los gobiernos es garantizar las oportunidades de educación a todos los ciudadanos y ciudadanas. Me imagino que en Costa Rica es fácil encontrar buenos maestros que quieran trabajar en San José pero muy difícil que decidan irse lejos. Una sociedad verdaderamente democrática tiene que imaginar qué mecanismos le van a permitir mayor calidad para aquellos sectores que parten de una situación de mayor desventaja.
Para la reforma integral de la que hemos hablado entra en juego la visión sobre los nuevos paradigmas de la educación de los docentes, políticos y las familias…
Las familias juegan un papel muy importante. Nos estamos dando cuenta que las familias de clase media descubren con mucha facilidad el valor, incluso de mercado, que tiene una buena educación. Hay que contar mucho con ellas pero el Estado no puede olvidar su responsabilidad con aquellas familias a las que toda esta recepción escapa porque probablemente tienen necesidades más inmediatas por cubrir. Cuando ven a un joven piensan en que ellos pueden significar ingresos adicionales al hogar; tenemos que ayudarles a entender que para sus hijos eso puede ser pan para hoy pero hambre para mañana.