Melissa Varela
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006) ha
definido a estos habitantes como “aquellas [personas] que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o
sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, éstas puedan impedir su participación plena
y efectiva en la sociedad y en igualdad de condiciones con las demás.”
La inclusión de estas personas a la sociedad no ha sido fácil, más bien, de acuerdo con el Informe del Estado
de la Infancia 2013, elaborado por la Unicef, el subestimar el potencial de las personas con discapacidad, así
como las actitudes negativas y las concepciones erróneas sobre ellas obstaculizan la disponibilidad de una
igualdad de oportunidades y una inclusión a la sociedad hacia esta población.
De esta manera, se recomienda facilitar la participación de los niños y niñas con discapacidad en la
comunidad, ofrecer oportunidades de estudio, recreación y cultura para su desarrollo físico e intelectual sano.
Pero esto no es suficiente, también hay que tomar aspectos relacionados con la salud para asegurar un
adecuado desarrollo.
En primer lugar, la inmunización es de los pasos esenciales para prevenir enfermedades que puedan originar
discapacidades, eso sí, sin dejar de lado a aquellos infantes que ya padecen de una enfermedad. Segundo, una
alimentación deficiente de ciertos nutrientes y vitaminas (yodo, vitamina A, hierro y zinc, por mencionar
algunas) pueden hacer vulnerables a bebés y niños a padecer dolencias y enfermedades que podrían
desembocar en alguna discapacidad física, sensorial o intelectual. En este aspecto, no hay que descuidar la
salud de la mujer en estado de embarazo, puesto que “Las madres saludables pueden contribuir a reducir la
incidencia de determinadas discapacidades y están más preparadas para atender las necesidades de su
progenie.” Tercero, la inclusión de los niños y adolescentes con discapacidad en los programas de educación
sexual y de reproducción y de VIH/sida, los cuales han sido tradicionalmente excluidos de estos.
Así las cosas, la Unicef recomienda la realización de pruebas de detección de posibles problemas en el
desarrollo durante los primeros tres años de vida de los niños y niñas, como un medio para la detección de
discapacidades. Por otro lado, la detección y el tratamiento de las discapacidades no deben verse como un
elemento adicional a los programas de salud, sino, por el contrario, como un aspecto integral de la salud
pública.
Fuente: Unicef. (2013). Informe Estado Mundial de la Infancia 2013.