María Fernanda Campos – Psicóloga Infantil
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Durante nuestra infancia desarrollamos las habilidades que utilizaremos regularmente en nuestra vida adulta; de niños aprendemos a caminar, hablar, relacionarnos con otros, competir sanamente, respetar a los demás; aceptar que los demás tienen cualidades que los hacen diferentes a nosotros, mientras nos damos cuenta que somos únicos e irrepetibles. La infancia es una etapa en donde definimos qué tipo de personas seremos de adultos y dónde encontramos nuestro lugar en la sociedad.
El uso racional y responsable de la tecnología es importante hoy en la educación de los jóvenes como lo fueron los horarios y la estructura escolar a principios del siglo pasado, cuando el sistema escolar fue especialmente desarrollado para preparar a niños para trabajar de adultos en fábricas de la Revolución Industrial. El celular e internet son herramientas comunes, básicas en nuestros días como lo fueron la pala, el martillo en esos tiempos; por lo cual es también importante prepararlos frente al mundo que los rodea.
En el presente los jóvenes deben aprender desde temprana edad a utilizar las herramientas de búsqueda adecuadas en Internet, comprender estructuras lógicas, simples. Discriminar con sólo un par de líneas en la lista los resultados útiles y los que no les son de beneficio.
Pero aún con este procedimiento que a simple vista parece sencillo, no alcanza para poder transformar ese inagotable mar de datos en información, pues a diferencia de sus padres quienes han recibido siempre pura y exclusivamente información seria y verificada, o de sus abuelos, a quienes les llegaba solamente aquella información de primera calidad; los jóvenes de hoy tienen que aprender a distinguir entre las distintas fuentes, preguntarse de dónde han salido los datos y qué razones tuvo el autor (a) para publicarlos.
En la actualidad, el Sistema Educativo del que también forman parte los padres, no prepara a los “nativos digitales” para enfrentar el mundo, un lugar cambiante en donde las modas se alteran completamente semana a semana y en donde lo que hoy es útil mañana será completamente obsoleto. Un mundo que ante ojos extraños parece caótico, desordenado, confuso pero que sin embargo tiene su estructura y un alto grado de predictibilidad dentro de su peculiar dinámica, a la que a las generaciones anteriores les cuesta percibir con claridad.
Los maestros y profesores se encuentran alienados en este nuevo mundo, lo niegan porque no pueden verlo; son una mayoría los que desconocen las ventajas de la red de redes, y aún los que la utilizan asiduamente se encuentran con la imposibilidad de no haber contado en su formación profesional con las herramientas necesarias para aplicar esta inagotable fuente de información a la clase.
La diferencia generacional entre los nativos digitales y los adultos nacidos en años anteriores a la década del ’80 es grande, incluso mayor de la que éstos tienen con sus abuelos. Los adultos no entienden el mundo en que los niños están creciendo. No es un mundo que se aproxima, sino un mundo que ya existe, que es más real para estas generaciones que aquel en el que sus padres y profesores viven; y los niños se encuentran navegando un océano interminable sin la instrucción de quienes tienen el deber de guiarlos en su camino cuando más la necesitan.
Es imperativo que la sociedad en general y el sistema educativo en particular cambie rápidamente para poder guiar a los nativos digitales en la desconcertante aventura de volverse un miembro útil a la sociedad, pues ellos por bien que entiendan las nuevas pautas, no dejan de ser aquello que todos los adultos alguna vez hemos sido: niños con derecho a crecer con el afecto y orientación de sus