Pese a los grandes cambios que estamos viviendo en los diferentes ámbitos de la sociedad, él éxito en la educación sigue dependiendo de nuestra capacidad de visionar correctamente con varias décadas de antelación cuál es el perfil esperado al salir de una oferta educativa. Los centennials son las generaciones de estudiantes que aún no han llegado a la mayoría de edad, lo cual significa que son niños, niñas y jóvenes cuyo perfil profesional esperado está en permanente construcción en estos momentos. En ellos debemos priorizar cuando definimos los criterios de éxito esperado.
Estamos convencidos que, cuando luego de mucho estudio visionamos los retos educativos de las próximas décadas, al menos debemos tener en cuenta dos factores vitales que se conjugan para culminar con el perfil de excelencia esperado.
El primer factor está relacionado con la preparación pre-profesional que será la base del éxito universitario y profesional posterior. Esta preparación solo es posible cuando consideramos las múltiples exigencias del mercado y la sociedad. Por ejemplo, la transdisciplinariedad nos propone que ya no será suficiente como profesionales tener una sola perspectiva o disciplina, sino que la integración de dos o más generarán nuevas profesiones y especialidades innovadoras (la mecatrónica, la biotecnología son ejemplos claros). Otro factor es la forma de aprendizaje por cuanto el perfil futuro no prioriza la acumulación del conocimiento y contenidos (la tecnología lo hace por nosotros), sino que el desarrollo de competencias como la resolución de problemas, la creatividad, la innovación, el trabajo en equipos transdiciplinarios, serán determinantes para tener un espacio en el mercado laboral.
Para lograr esto requerimos de una transformación profunda de la filosofía educativa, de la pedagogía, y también de la capacidad que tengamos de promover el “aprender a aprender” que las nuevas generaciones usarán como ventaja competitiva para prepararse continuamente en las bases vitales de las ciencias, la matemática, la tecnología, las ingenierías, la programación, la robótica, como ejemplos prioritarios. Precisamente el Estado nos da las primeras señales de estos cambios con la eliminación de las pruebas estandarizadas de bachillerato y la introducción de las pruebas Faro, que priorizan a el desarrollo de competencias sobre el dominio tradicional de los contenidos.
El segundo factor determinante para el éxito del estudiante es su formación integral como ciudadano del siglo 21. ¿Qué tipo de perfil estamos formando para la sociedad?
Lo que nos queda claro como familia, es que el entorno nos agrede con conductas y antivalores que no representan los valores y los principios que como padres buscamos para nuestros hijos e hijas. Más aún, parece ser que el individualismo egoísta, el consumismo y materialismo, la ausencia de moralidad y los escasos modelos del actuar honesto y transparente son los escenarios comunes.
Es aquí donde se requiere de una decisión valiente: educar basados en los principios bíblicos y en la forma que Jesús vivió y nos invita a seguir. Muchas familias buscamos un sistema educativo donde la cultura esté basada en las vivencias del evangelio, que les permitan a las nuevas generaciones caminar seguros y confiados con una identidad clara y sólida. No se trata de una religión, ni una denominación, se trata de una vivencia basada en principios y valores bíblicos que nos convierten en las personas exitosas y profesionales que Dios espera. Eso solo se puede lograr cuando la familia y la institución somos un equipo.
Este es el perfil que proponemos para la persona: vivir en plenitud, con identidad, con liderazgo, segura y feliz. Cada estudiante debe contar con una agenda de vida que busca fortalecer el carácter de Jesús en todo lo que piensa y actúa; sirviendo solidariamente a nuestra sociedad y la patria. Educativamente, desarrollándose continuamente en las competencias, habilidades y destrezas que le permitirán caminar sólidamente en sus sueños profesionales. Una persona que disfruta del arte y el deporte como parte vital de su desarrollo.
De esto se trata la educación, contribuir para que las personas puedan ser transformadas integralmente, que estén preparadas para impactar su entorno, y que tengan una vocación de servicio hacia los demás. Vivamos pues plenamente.
Dr. Alfredo Mora. M.B.A
Director General
Colegio Monterrey