Jiménez Santamaría
Sea cual sea la carrera que desee estudiar en la universidad de su preferencia, lo primero que ha de tener son motivaciones que cimienten sus aspiraciones. Carecer de un motivo por el cual luchar es igual a tener un carro sin motor. El motivo genera pasión, entusiasmo y da las fuerzas para ejecutar el plan de estudio de manera constante y no lo dejará declinar cuando aparezcan los obstáculos. La falta de motivaciones es la razón por la cual hay individuos que, pese a contar con sobrados méritos, no logran triunfar, simplemente adolecen de motivaciones sólidas y bien definidas las cuales dinamicen positivamente sus esfuerzos. La gran mayoría de quienes fracasan, achacan su falta de éxito a un sin número de motivos externos, tales como la situación económica del país, las maquinaciones obstruccionistas del sistema político, el medio social en cual vive, etc. Pero ninguno de ellos atina a comprender que el fracaso está en su propia actitud ante la vida. Esta actitud se caracteriza fundamentalmente por una mentalidad negativa y pesimista.
Ahora bien, como todo tiene su causa y efecto, resulta interesante analizar los factores probables que pueden contribuir a forjar una personalidad proclive al fracaso:
1) Un medio familiar abúlico, el cual anula la ambición y el espíritu de iniciativa.
2) Algún tipo de padecimiento asumido, como una enfermedad que afecta la psiquis hasta el punto de crear el subconvencimiento de una minusvalía.
3) El contacto cotidiano con seres derrotistas quienes prácticamente conforman una escuela del fracaso.
Sabemos que hay circunstancias que conjugan un cúmulo de factores adversos los cuales resultan muy difíciles de contrarrestar, pero sabemos también que cuando el deseo de triunfar es de una solidez monolítica, este vence cualquier obstáculo.
Existen varias claves básicas para fijarse una meta y llegar a ella. Estas se pueden expresar a manera de sanos consejos que recomendamos observar estrictamente:
- Tenga plena confianza en sí mismo.
- Tenga iniciativa, inventiva y ambición.
- Sea odenado y disciplinado en todo lo que emprenda
El éxito y el fracaso dependen de la opinión que tengamos de nosotros mismos. Todos nacemos con capacidades intelectuales, pero tenemos que desarrollarlas y luego, bien aprovechadas, nos conducirán al éxito. Las facultades intelectuales a cultivar son:
- Percepción.
- Imaginación.
- Intuición.
- Voluntad.
- Memoria.
- Razón.
Estas son nuestras armas más poderosas, si nos proponemos desarrollarlas con disciplina y ponerlas a nuestro servicio, pueden deparar todo lo que deseamos en la vida. En efecto, estas capacidades que poseemos, desarrollándolas, podemos lograr cosas que hasta pueden parecer milagros, solo realizables por entidades divinas. No utilizarlas nos garantiza que formaremos parte del enorme grupo de personas que antes de acometer una empresa o actividad, dan una imagen depresiva, enfermiza, mustia. Por lo tanto, concluimos que:
- Cada persona es lo que realmente cree que es.
- Cada persona tiene en sus manos la facultad de ser feliz o desgraciada. Esto depende no solo de su actitud física, sino, más aún, de su actitud mental.
- Si su actitud es positiva, habrá recorrido de antemano por lo menos la mitad del camino hacia el éxito; si es negativa, habrá retrocedido incluso antes de comenzar el camino.
- Entendamos por actitud el modo general en que una persona exterioriza sus sentimientos, pensamientos y emociones, lo cual podemos exteriorizar de manera positiva o negativa.
Le aconsejamos responder a las siguientes preguntas cuando inicie un proyecto:
- ¿Qué anhelo lograr realmente?
- ¿De qué modo pienso concretar ese logro?
- ¿Qué plan desarrollaré con vista al objetivo propuesto?
- ¿Qué factores externos e internos debo tener en cuenta? ¿Cuáles aprovechar y cuáles combatir o desechar?
Una vez que usted tenga las respuestas seguras, claras y categóricas estará en condiciones de cumplir su plan, pero deberá hacerlo con rigurosidad, sin flaquezas ni declinaciones.
Sabemos que hay muchísimos individuos que no se plantean interrogantes. Pertenecen a esa categoría de seres que no piensan en el futuro simplemente porque no les interesa; se limitan a transitar pasivamente por la vida echándole la culpa al sistema político u otros factores.
Pues bien, esa gente no tiene derecho a lamentarse, por no haber triunfado, ya que ellos o ellas no han hecho nada por alcanzar el éxito, generalmente no se han propuesto metas. Sobre esto en particular debemos destacar lo importante que resulta no menospreciar nuestras capacidades. Con disciplina y siendo perseverante, se puede lograr más de lo que uno se imagina. Por lo tanto, pongamos la acción de manera continua y siendo perseverantes, lograremos vencer los obstáculos y al cabo del tiempo, lograremos las mejores realizaciones
Un cordial saludo.