Leonardo Garnier Rímolo
Ministro de Educación Pública
A partir del presente curso lectivo, los ministerios de Salud y Educación adoptamos la decisión de regular la venta de alimentos y bebidas en las sodas de los centros educativos públicos, con la recomendación de que las normas se aplicaran también en las instituciones de carácter privado.
Para adoptar tal decisión, partimos de la premisa de que las sodas estudiantiles son parte integral de los centros educativos, y que como tales, no solo tienen que cumplir la función de brindar a los estudiantes una oferta variada, adecuada y balanceada de alimentos que contribuya a su mejor nutrición, sino que deben jugar también un papel educativo que complemente y sea consistente con los esfuerzos que se hacen a nivel curricular.
Igual, el establecimiento de hábitos alimentarios saludables como sustento de un desarrollo personal y social idóneos en las personas menores de edad, es responsabilidad conjunta de la familia y del Estado, por lo que cada uno de dichos entes sociales debe tomar decisiones y desarrollar acciones concretas para mantener el estado nutricional adecuado.
Bien sabemos que las enfermedades relacionadas con la mal nutrición constituyen las primeras causas de mortalidad en la población costarricense, y que las mismas pueden prevenirse estableciendo hábitos alimentarios saludables desde edades tempranas.
En nuestro país, entre un 42 y un 63% de los niños obesos llegan a ser adultos obesos, con el agravante de que los niños con sobrepeso u obesidad tienen un riesgo cuatro veces mayor de ser hipertensos, así como un riesgo dos veces mayor de desarrollar diabetes tipo II frente a aquellos sin sobrepeso u obesidad. En ese contexto, nuestra decisión está orientada a fomentar entornos saludables en los centros educativos a fin de mejorar la salud de la población estudiantil y, promoviendo con ello, las condiciones para un mejor rendimiento académico.
Resulta indispensable que las autoridades educativas y de salud envíen mensajes claros a los estudiantes, en relación con una buena alimentación. Para ello, es necesario que los productos que se encuentren disponibles constituyan un claro ejemplo de alimentación saludable, a efecto de que se estimule una cultura en los centros educativos conducente a la práctica de hábitos alimenticios sanos en la población estudiantil.
Esta decisión, si bien tiene sentido en sí misma, se ve acompañada y fortalecida por un conjunto de acciones por parte del Estado y sus instituciones, dirigidas a promover una vida saludable en las niñas, niños y adolescentes que asisten al sistema educativo.
Esas acciones incluyen, entre otras, la reforma de los programas de Educación Física y los esfuerzos por universalizar su cobertura; el impulso de actividades recreativas y de movimiento humano en escuelas y colegios; la introducción de la temática de una vida y una alimentación saludable en los programas de estudio; y la realización de actividades dirigidas a elevar la sensibilidad, los conocimientos y la conciencia estudiantil sobre la importancia de desarrollar hábitos y actitudes que promuevan la salud y prevengan su deterioro.