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Cuando se habla del uso de la tecnología en los esfuerzos de sostenibilidad no se debe limitar al ahorro que promueven en el uso del papel, o en la facilidad para la producción de energías renovables y en medios de transporte que generan menos o nulas emisiones de CO2. También, la innovación es aliada en los esfuerzos de conservación.
De esta forma, muchos proyectos de organizaciones ambientalistas han incorporado sistemas de rastreo para la comprensión del hábitat y su monitoreo para ciertas especial, especialmente aquellas en condiciones de vulnerabilidad. Un ejemplo lo constituye la organización World Wildlife Fund, que transmite la información que se recoge de sensores adheridos a tortugas marinas en el Caribe.
Por otro lado, las acciones dirigidas a reforestación también son fuente del beneficio de la tecnología. Existen aplicaciones móviles, en celulares ubicados en las copas de los árboles, y alimentados mediante energía solar, que graban los sonidos y permiten enviar señales en caso de tala ilegal. Asimismo, estos sonidos son utilizados por los científicos para la escucha de aves, y otros animales.
A pesar de estos avances, el uso en sí mismo de la tecnología no provocará la disminución de los efectos del cambio climático, pero sí significan una gran oportunidad para avanzar en esfuerzos entre el sector público y privado. Por tanto, es menester que el sector público brinde un marco regulatorio que permita que las iniciativas del sector privado puedan desarrollarse; y que el sector privado, a su vez, se comprometa con los acuerdos y tratados internacionales para generar operaciones bajas en emisiones de carbono.
Fuente: Jorisch, D; Mallín, C; García, A; e Iglesias, E. (2018). Tecnología para la acción climática en América Latina y el Caribe. Recuperado de https://goo.gl/BJiUKU