La nueva tecnología permea nuestra sociedad a través de dispositivos móviles cada vez más baratos y programas de bajo costo o gratuitos. Las opciones para educación son múltiples y crean nuevas tendencias. Hoy en día, el Internet causa impactos tan grandes que su índice de penetración es factor de competitividad global de un país. El impacto en política, economía y educación de muchos países ha sido significativo.
Las redes sociales en política han logrado el éxito de partidos en elecciones y la caída de gobiernos autoritarios. En economía, el impacto ha sido desde el desarrollo, análisis e implementación de modelos; a los cambios de producción, mercadeo, e incluso modelos de gerencia en diferentes industrias; hasta los ahorros millonarios en canales de distribución más directos, o elementos tan sencillos como el envío de estados de cuenta en forma digital.
En educación, ya desde hace un par de décadas, la explosión de información ha provocado un cambio de paradigmas: de transferencia de conocimiento a la formación de un ciudadano crítico; del docente que enseña, al que es facilitador de un proceso de aprendizaje. Evidentemente esto transforma no sólo la docencia, sino también el liderazgo y la dirección de instituciones educativas.
Conforme las aulas reciben instructores nacidos en la era digital, confiamos que la brecha digital entre docentes y estudiantes se va cerrando: los nuevos docentes comprenden a sus estudiantes digitales y los medios que usan. ¿Será esto una realidad? La velocidad de cambio de la tecnología es tal que, por ejemplo, el “blogging” ya se usa menos y renace como “vlogging”, usando vídeo y no texto. Los nuevos docentes, nativos digitales, ¿podrán ajustar su uso de tecnología educativa a la velocidad que esta cambia?
El uso de juegos digitales en educación es una tendencia importante. Desde un punto de vista de filosofía educativa siempre se ha planteado que la educación debe tener aspectos lúdicos. Estudios científicos validan un incremento en la capacidad cognitiva en ambientes de juego. Hoy en día, las aulas están llenas de estudiantes que pasan tanto tiempo jugando que, sin embargo, sentimos moralmente que está mal. O tal vez es recelo por no poder lograr que los estudiantes se cautiven por las lecciones de la forma que lo hacen por los juegos.
Varios juegos gratuitos en línea contienen un gran valor educativo, que incluso con frecuencia no está presente en los programas curriculares de escuelas y colegios. Por ejemplo, hay juegos de simulación para administración de negocios (restaurantes, hoteles, escuelas, etc.) que permiten visualizar los diferentes resultados, ganancias o pérdidas, según la diferente configuración de recursos que se escojan: recurso humano y su organización, mercadeo, etc.
En los juegos en línea masivos multiusuario, o MMOG por sus siglas en inglés, la interacción es con otros usuarios alrededor del mundo – humanos, mucho más atractivo que la interacción con la computadora que los jugadores rápidamente aprenden a predecir. Algunos de estos juegos empiezan a tener características de redes sociales. De esta forma, estos juegos ayudan en las grandes áreas de aprendizaje: aprender a ser y vivir juntos, aprender a hacer y aprender a conocer.
Estudiantes o padres de familia, docentes o directores: la tecnología nos provee muchas oportunidades y muchos retos. La diversidad de opciones es útil para atender las necesidades de individuos, pero a la vez abrumadora para los facilitadores del aprendizaje en las aulas. A nivel estudiantil, permite que cada uno complemente, o incluso, dirija su proceso de aprendizaje; en las instituciones nos permite trascender el plan de mejora institucional a un plan de mejora comunitario. La computación ubicua ha transformado la educación en aprendizaje ubicuo. La meta es clara – un mundo mejor a través de mejores ciudadanos. Nuestra tarea en educación es la formación de esos ciudadanos en un mundo transformado por la globalización y la era digital, acogiendo las nuevas tecnologías, los nuevos medios digitales, preparándolos para forjar una nueva realidad más sustentable holísticamente, desde el punto de vista ecológico, social, económico, político, ético y moral.