MPsc. Cristina Sánchez Víquez
Psicóloga
Cuando estábamos pequeños, podíamos ver cómo nuestros papás iban inculcándonos ciertas reglas, límites y normas a seguir, con el fin de hacernos ver el camino por el cual seguir en nuestra vida, y cómo hacerlo correctamente. Una de las cosas más importantes que nos enseñaban son los valores. Cuando hablamos de temas como los valores, nos dirigimos totalmente a que la familia es el lugar ideal para forjar los valores, esta es una meta alcanzable y necesaria para lograr un modo de vida más humano, y que posteriormente podremos transmitirla a la sociedad entera o en el entorno que nos rodea.
El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de los miembros de la familia asume con responsabilidad el papel que le ha tocado desempeñar, procurando en todo momento el bienestar, el desarrollo y la felicidad de todos los demás. Cuando somos personas mayores, madres y padres, profesores de educación, se nos asigna un papel importante, y es el poder enseñarle a los más chicos y adolescentes qué es lo que esperamos de ellos, y cómo su comportamiento, su manera de hablar y pensar, debe ser de acuerdo a los valores universales establecidos, los cuales traerán fruto a sus vidas, una vez que los cumplan y los practiquen constantemente. El valor de la familia se basa en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con apertura al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y enseñarlos.
La familia es la comunidad donde desde nuestra infancia se nos enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, seguridad y la fraternidad, acá es donde iniciamos una vida social. Dentro de los primeros valores tenemos la alegría, donde se procura que los miembros de una familia se ayuden unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y dificultades, así como el poder compartir los logros y éxitos de todos los demás. Lo que se fomenta es dejar el egoísmo de lado, buscando el bien y compartir con el otro. La generosidad es otro valor, donde nosotros actuamos a favor de otras personas desinteresadamente y con alegría. Esto quiere decir, enseñarles a nuestros chicos a dar cosas, prestar juguetes, dar tiempo para escuchar y atender a otro miembro, saludar y perdonar. Se notará una actitud generosa en una persona que se esfuerza por hacer la vida agradable a los demás miembros de la familia y sociedad.
Por otro lado, tenemos el respeto, que se basa en respetarse a sí mismo, a los demás, así como sus opiniones y sentimientos; el respeto hacia las cosas de las demás personas, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones; es importante que el niño(a) aprenda que tanto él o ella, como sus ideas y sentimientos, merecen respeto y ser valorados. También, debemos enseñarles a responsabilizarse de sus deberes y obligaciones, así como también de sus propios actos, no sólo ante uno mismo, sino ante los demás. Por ejemplo, el niño(a) debe tener claro que es su responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el mayor trabajo y empeño en las actividades que haga, ya que es para su beneficio propio y en respuesta a la oportunidad que le brindan sus padres. Es importante poder inculcarles lo que significa lealtad, ya que será fundamental en sus relaciones interpersonales, entender que tendrán vínculos que los unirán con otras personas, por lo que en todo momento se debe buscar fortalecer y salvaguardar dichos vínculos, así como los valores que representan. Por ejemplo, un niño pequeño aprende a ser leal al esforzarse por ayudar a los demás, al procurar hacer todo lo que pueda para cumplir con lo que sus padres le dicen, también mostrar lealtad entre los hermanos al apoyarse, defenderse y ayudarse ante las dificultades que tengan.
Uno de los valores más importantes, en estos tiempos, es la autoestima. De está depende que el ser humano sea maduro, equilibrado y sano. Es la visión mas profunda que cada persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las elecciones y en la toma de decisiones que tengamos diariamente. Desde pequeños vamos construyendo el concepto de nosotros mismos, de acuerdo a los mensajes recibidos por todo el entorno que nos rodea; es la suma de autoconfianza, valía personal y de nuestra capacidad. A la vez, se basa en los pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida, pero sobre todo, a lo largo de nuestra infancia y adolescencia. Si queremos que nuestros chicos construyan una personalidad fuerte y equilibrada, es de vital importancia que como padres hagamos sentir a nuestros hijos que son dignos de ser queridos con un amor incondicional, es decir, no condicionado a su comportamiento, calificaciones o actitudes. Todos valemos por lo que somos, no por lo que tenemos; finalmente, lo que vale es lo que está en nuestros corazones, y en el amor que nos tengamos para poder proyectarlo a los demás.
Para ayudar a mantener una familia sólida y que esta esté llena de valores, debemos reflexionar qué significan para uno la seguridad, el amor, el aliento, la comprensión, la justicia, la paciencia y tolerancia; la bondad; y la comunicación clara; así, podremos evaluar qué estamos inculcándole a los demás, y sobre todo a nuestros hijos.